La actual crisis sanitaria, está golpeado la economía de América Latina. Así diversos organismos internacionales han estimado que en los próximos seis meses, podrían cerrar 2,7 millones de empresas formales en la región (2,6 millones de las cuales serían microempresas).
La reactivación supone un desafío complejo, por los costos provocados por la pandemia y reconstrucción en la que estaremos comprometidos por los próximos años, es una oportunidad para dar impulso a un nuevo modelo de desarrollo sostenible, con inclusión. (Según cifras del Banco Mundial, la pobreza subirá de 8,1 a 12,3% a fines de 2020, como efecto de la crisis económica, por el coronavirus. Esta proyección, implica un retroceso de cinco años, para los esfuerzos del Estado en disminuir la pobreza/ Chile, tendrá 800 mil nuevos pobres producto de la pandemia).
En la actual situación de crisis, las cooperativas han demostrado una mayor capacidad de resistencia en comparación a las empresas tradicionales, basada en el compromiso de sus afiliados y en la gestión democrática de las estrategias empresariales.
Algunos organismos internacionales han estado contribuyendo a reforzar el movimiento cooperativo en América Latina, visibilizando su contribución a la economía regional, tanto en la importancia respecto al aporte en ventas y empleos generados como: en términos de experiencia, en la experimentación de nuevos modelos productivos. Parte del debate, que se ha ido generando, es sobre la innovación, entendida en el doble sentido de: incorporación de nuevas tecnologías (especialmente las digitales) en las cooperativas, pero también de innovación del modelo cooperativo, para garantizar que las empresas que se rigen por estos valores estén en condiciones de enfrentar la transformación actualmente en curso.
En nuestro país, desde 1924 y con énfasis desde 1964 en adelante, han venido desarrollando una gran labor en el desarrollo social y en las zonas rurales del país, que ha permanecido en el tiempo han sido de gran importancia. En materia normativa, en Chile existe el DFL N ° 502 del año 1978 y más tarde la dictación de la Ley 19.832 del año 2002, que viene a modificar e incluir aspectos que reflejan, la realidad actual de país, entregándole un fuerte énfasis al desarrollo de las economías locales, a través de cooperativas de trabajo, de servicio, de consumo, pesqueras, agrícolas y campesinas.
En este tiempo de pandemia, las cooperativas y la asociatividad, han tenido un rol fundamental en toda la macro zona sur y han generado beneficios y acciones solidarias, para los usuarios y familias más vulnerables, además de continuar entregando un servicio de alta calidad.
La asociatividad y el trabajo en equipo, son claves para salir adelante y generar un desarrollo social y económico en las zonas rurales del país. Un ejemplo, de ello y muestra de resiliencia y adaptación, ha sido el trabajo de las cooperativas agrícolas (123 nuevas en los últimos dos años) y eléctricas, en todo el sur del país. Así, por ejemplo las cooperativas eléctricas, través de Fenacopel, que representa a 7 cooperativas eléctricas,(CEC, Curicó, Copelec, Coopelan, Socoepa, Cooprel y Crell),con fuerte presencia en la zona centro sur, desde Curicó a Llanquihue, se han generado beneficios y acciones solidarias, para sus usuarios y familias más vulnerables entregando cajas de alimentos y ha continuado con la distribución de energía, en los sectores rurales y los mas apartados del país, entregando servicios de alta calidad.
En este momento, donde el país debe construir puentes y no trincheras, es una gran oportunidad de colaboración y trabajo equipo, que permite de manera solidaria y con generación de dialogo constructivo, avanzar y sacar adelante muchos desafíos, que superarán las capacidades individuales de todos y requerirán la unión de las personas. La unión hace la fuerza, la unión es el camino de la reactivación del país.
Marta Canto Castro
Presidenta
Fundación Foro de Los Rios
Grupo DiarioSur, una plataforma informativa de Global Channel SPA. Powered by Global Channel